Lo que nos va a costar: Reflexiones sobre el Cambio Climático en el Perú Primera Parte (Turismo)
Si lo único que te interesa es el dinero y crees que el cambio climático es solo una excusa para disminuir la productividad de las industrias, recapacita, el cambio climático también amenaza nuestros bolsillos.
Hace tan solo unas semanas los principales medios de comunicación nos alertaban sobre la disminución de los principales glaciares en nuestro país producto del calentamiento global. De acuerdo al reporte de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) se calcula que más de del 57 por ciento de la cobertura de estos glaciares se han perdido.
Esto no solo pone en riesgo importantes reservas de agua si no que también representa una amenaza a la actividad turística en el Perú que incluye la visita a estas bellezas naturales a donde concurren miles de turistas nacionales y extranjeros atraídos por el imponente escenario de nuestros "apus" blancos.
Estas imponentes montañas están cada vez más desnudas y desposeídas de su belleza natural, el cambio climático les está pasando la factura. Pero la factura va a llegar a todos los peruanos, va a llegar al Estado y al niño más pobre de nuestro país; porque es innegable que el aumento de la temperatura tiene un efecto negativo sobre el clima y por ende sobre el turismo.
Según datos del World Travel and Tourism Council (WTTC) en nuestro país el sector turismo aporta un 9.7 por ciento del PBI total, es decir, más de 20 mil millones de dólares están puestos en riesgo debido a la contaminación que se genera desde diferentes partes del mundo, incluyendo a nuestro país.
Miremos el ejemplo de las últimas inundaciones en el norte del Perú y cómo esas zonas se han convertido en zonas de turismo muerto, perdiendo oportunidades de facturar miles de soles que representan el ingreso de muchas familias de escasos recursos que de manera directa o indirecta se benefician de la concurrencia de turistas. Sabemos que la crisis de turismo no ha terminado con las lluvias si no que continúa con el dengue, el zika y otras enfermedades emergentes que ponen en alerta a los turistas internacionales e internos.
Pero allí no termina el periplo: imaginen una laguna de Yanganuco o al lago Tititaca sin agua, convertidos solo en hoyos gigantes con algunos charcos pantanosos; no estamos lejos de estos escenarios. Imaginen un Machu pichu imposible de visitar por las continuas lluvias y deslizamientos de lodo y piedras, imagina una Lima cuyas playas no pueden ser usadas por la contaminación y cuyas calles no pueden ser transitadas por los ríos que se desbocan con lodo y basura. La pérdida se calcularía en millones. 20 mil millones, para ser exactos, son los que están puestos en riesgo por no cuidar nuestros lagos y mares, por no disminuir nuestras emisiones de CO2 y querer producir con industrias a bajo costo pero que en el mediano plazo nos cuestan más de lo que podemos darnos el lujo de pagar.
Recapacitemos, aún no es tarde, todavía podemos salvar los glaciares (lo que queda de ellos) si no lo quieres hacer por el planeta, hazlo por tu bolsillo.